Una Enseñanza del Llamado de Ezequiel


Recuerdo la tarde en que sentado a la sombra de unos arbustos en Narcoosse, FL. leía la Escritura en el libro de Ezequiel y me encontré con este pasaje… el Espíritu vivificó estas palabras que estaban escritas y respondió a una queja de mi alma… pero también se convirtieron en parte de mi llamado y carácter como ministro de Dios:

«Y me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, haz a tu vientre que coma, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel. Me dijo luego: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel. No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran. Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quieren oír a mí; porque toda la casa de Israel son duros de frente, y de corazón empedernido. He aquí, yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. Como diamante, más fuerte que el pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y les hablarás y les dirás: Así dice Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar»

(Ezequiel 3:1-11 RVG10-R).

Así, comí la Biblia y me llené de Su Palabra que son dulces como miel. También aprendí que mi mensaje sería espiritualmente profundo, pero sencillo; no difícil para que la gente me pudiera entender. El Señor me envió a su casa (la Iglesia en el Nuevo Pacto) para que les hablara no de mi prudencia o de mis palabras, sino que de su Palabra y sabiduría. También me dijo que cuando me enviará a pueblos cuya lengua yo no entendiese, ellos me escucharían. Me instruyo a ser fuerte como el diamante defendiendo Su Palabra a pesar del rechazo, crítica y persecución… la verdad no se negocia ni se adultera por razones políticas (politically correct) que busquen el apoyo o gloria de los hombres. No tengo temor a los rebeldes, que se oponen a la verdad. Me mostró que mi éxito ministerial no está en cómo reacciona la gente a Su Palabra; sino en que yo oiga con mis oídos, atesore en mi corazón las palabras con que me habla y entonces hable sus palabras en su nombre: “Así dice el Señor”. Esto es mi éxito y estándar ministerial, “escuchen o dejen de escuchar”; independiente de las reacciones de la gente. Soy un embajador, no hablo ni actúo de mi propia cuenta; sino que hablo y actúo representando a mi Rey y Señor y a su Reino.

Espero que esto te ministre y que te ayude a formar un carácter íntegro como ministro de su Palabra.

Pastor Jaime Galván

Centro CREE

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Publicado en lideres, vida cristiana

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