La libertad en Cristo es un tema central en la fe cristiana. Como seguidores de Jesús, hemos sido llamados a vivir en libertad, no solo en términos de nuestra salvación, sino también en nuestra vida diaria.
La libertad en Cristo significa que somos libres de la condenación del pecado. Jesús nos liberó del pecado y de la muerte a través de su muerte en la cruz y su resurrección. Como resultado, ya no estamos bajo la ley del pecado y la muerte, sino bajo la ley del Espíritu de vida (Romanos 8:2).
Pero la libertad en Cristo también significa que somos libres para amar y servir a Dios. En lugar de estar esclavizados por el pecado, podemos seguir a Jesús y vivir en obediencia a su voluntad. La libertad en Cristo no significa que podemos hacer lo que queramos, sino que podemos hacer lo que es justo y agradable a los ojos de Dios.
En Gálatas 5:13, el apóstol Pablo escribe: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros». Es importante recordar que la libertad en Cristo no es una excusa para el pecado, sino una invitación a vivir una vida de amor y servicio.
La libertad en Cristo también significa que somos libres de la esclavitud del legalismo. No estamos obligados a seguir una lista interminable de reglas y regulaciones para ganar la aceptación de Dios. En cambio, podemos confiar en la gracia de Dios y en su amor incondicional.
En resumen, la libertad en Cristo es una libertad verdadera y duradera. Es una libertad que nos permite vivir en amor y obediencia a Dios, en lugar de vivir en esclavitud al pecado y al legalismo. Como cristianos, tenemos la bendición de vivir en libertad en Cristo, y debemos aprovechar esa libertad para amar y servir a nuestro Salvador.
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