Un avivamiento, es el resultado de la vida sana en el Espíritu. Una Iglesia perseverante en la vida sana del Espíritu es una Iglesia viva; y una Iglesia viva puede dar vida a su ciudad. El resultado señales y prodigios eran hechos por los apóstoles, la Palabra del Evangelio era predicada por doquier, las almas eran añadidas así por el Espíritu del Señor cada día a la Iglesia y la Iglesia crecía sana y fuerte en los propósitos de Dios. ¿No es eso lo que todos deseamos? Muchas veces se lo pedimos a Dios. ¿Pero qué tal si en vez de pedirle a Dios hacemos como Él dice para que tengamos una vida sana como Iglesia? Fíjate que no eran solamente los líderes o apóstoles de la Iglesia los que perseveraban así en una vida sana en el Espíritu, sino que esto era el resultado del esfuerzo de toda la congregación de fe. Hagamos lo mismo hoy, pues una Iglesia viva no es cuestión de “formulas mágicas” o “recetas de éxito”, sino de perseverancia en una vida que le agrada a Dios.